Hay muchos días en los que me pregunto si las mujeres somos idiotas, empezando por mi misma. Me explico: que tire la primera piedra aquella que nunca ha deseado cambiar algo de su cuerpo al ver a la clase de maniquíes que se ven en los medios de comunicación. Y es que, por mucho que nos hagamos las tontas, los cánones de belleza nos afectan, y no hay más que salir a la calle para darse cuenta.
Yo misma he sufrido las consecuencias de esta enfermedad
Con muchos de estos comentarios ayudamos a muchas jóvenes a entrar en un infierno del que desgraciadamente algunas no salen.
Por otro lado, están esas glamurosas pasarelas en las que las modelos lucen estrambóticos vestidos sobre cuerpos esqueléticos, a punto de caerse al dar un soplido, y a pesar de algo tan obvio siguen queriendo convencernos de que son de la talla 38...¿se ríen de nosotros? Pues eso parece, ya que la cosa sigue igual o incluso peor.
Y es que, no sólo el negocio de la moda, sino toda la sociedad vivimos en un mundo de sueños y fantasía, donde parece que todo vale, y donde es más importante el aspecto que tenga una persona y el tipo de ropa que utilice, que sus capacidades y mentalidad. Lo que me extraña es que no nos hayamos vuelto locos ya.
Así están las cosas y quien no lo ve es porque no quiere verlo. Tendré la esperanza de que la cosa finalmente cambie, haya un poco de cordura y por fin se oigan los gritos sordos de ayuda de las personas afectadas.
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